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Tiempo de redefinir no de huir

 

No hay ninguna duda que nuestra denominación está viviendo tiempos muy difíciles. Para la mayoría, especialmente de quienes tienen acceso a las redes sociales y a los medios de comunicación en general, ya es de su conocimiento que la enmienda 14-F, con relación a la redefinición del lenguaje del matrimonio,  fue aprobada por la mayoría de Presbiterios. Hay que reconocer, especialmente como congregaciones hispanas que en nuestro contexto, una noticia como esta, no necesariamente es recibida con beneplácito dentro de nuestras comunidades. Al menos no por la mayoría. Antes esta situación es importante clarificar que cada pastor/a y cada consistorio tienen la libertad de conciencia para definir y decidir cómo interpretar y aplicar el nuevo lenguaje que será oficial en nuestra denominación a partir del 21 de Junio de este año 2015.

 

Orar y motivar a permanecer juntos es positivo pero no es suficiente. Es necesario recordar y hacer conciencia que los temas que afectan de maneras muy profundas a nuestras congregaciones son distintos: Reforma a las leyes migratorias, encarcelamiento masivo, educación, vivienda y otros. Invertir nuestras energías y pocos recursos argumentando sobre la aprobación de la enmienda 14-F puede fácilmente desviarnos de los temas que mantienen a las comunidades inmigrantes bajo una opresión sistematizada que produce dolor, desesperación y fragmentación física y emocional; mucho más que el nuevo lenguaje del Libor de Orden. Detenernos a filosofar si seguimos o no en una denominación como la nuestra, que cambia el lenguaje tradicional sobre el matrimonio, por uno, que de acuerdo a la mayoría que votaron, es más relevante a la realidad del mundo en que vivimos, puede ser una pérdida de tiempo.

 

Jesús invirtió aparentemente muy poco de su valioso tiempo en el tema del matrimonio. Y si habló del asunto fue porque le preguntaron y no necesariamente del matrimonio sino del divorcio. Las cosas están dadas y hay que seguir respondiendo al llamado de Dios de servir a nuestra gente y a levantar su dignidad como seres humanos creados a la imagen de Dios. Si deseamos ser consistentes con nuestra vocación de ministrar a nuestras comunidades hispanas inmigrantes en este país, empecemos por reconocer públicamente que las decisiones en nuestra denominación tienen muy poca influencia de nuestros representantes. El poder en todos los sentidos sigue en las manos de las mismas personas. La mayoría de nosotros como minorías solo reaccionamos cuando las decisiones están hechas y debemos conformarnos nos gusten o no.

 

La realidad actual es un desafío a la reflexión bíblica-teológica-contextual. Los/as líderes de las comunidades Presbiterianas Hispanas tal vez debamos preguntarnos si estamos sirviendo como capellanes de las estructuras del poder o como profetas en medio de quienes necesitan un mensaje de esperanza y trasformación. ¿Cuándo el pueblo inmigrante podrá ser testigo de una votación mayoritaria de nuestros presbiterios para protestar en contra de acciones racistas como la del juez Andrew Hanen de Texas que congeló la poca esperanza que proveía la acción ejecutiva del presidente Obama, declarada en Noviembre 20 del 2014? ¿Cuándo la AG de la PCUSA se pronunciará en favor del desmantelamiento del sistema carcelario de esta nación que se enriquece de manera desvergonzada y corrupta a expensas de Afroamericanos e Hispanos especialmente? ¿Cuándo nuestra denominación actuará para demandar a las instituciones teológicas que hagan los cambios necesarios para dar acceso a las minorías que puedan prepararse para servir en un ambiente que dignifique su cultura, experiencia y teología?

 

Personalmente estoy de acuerdo que huir como cobardes en estos tiempos de crisis no es la solución. Pero al mismo tiempo estoy en desacuerdo en que nos conformemos solo con arengar al pueblo hispano a que permanezca dentro de la denominación sin darles opciones que respondan a sus necesidades e intereses. Es tiempo de volver a la Biblia como dijeran los reformadores y redefinir nuestra propia teología y nuestro que hacer como Iglesias Presbiterianas Hispanas de la PCUSA. Quienes amamos a Cristo y a esta denominación de manera genuina pidamos la dirección y sabiduría del Espíritu Santo y procuremos buscar respuestas coherentes y biblico-teologicas a la pregunta, ¿Por qué debería seguir nuestra gente dentro de las congregaciones Presbiterianas Hispanas y por qué deberían muchas otras personas unirse a nuestros ministerios? Por último, recordemos que las estructuras del poder en nuestra denominación y nosotros/as mismos/as, podríamos estar equivocados/as, pero el Señor nunca se equivoca.

 

Rev. Pedro P. Morataya

Pastor Primera Iglesia Presbiteriana de Oakland

Moderador Hombres Presbiterianos Hispanos Latinos

 

“Marriage is a gift God has given to all humankind for the wellbeing of the entire human family. Marriage involves a unique commitment between two people, traditionally a man and a woman, to love and support each other for the rest of their lives. The sacrificial love that unites the couple sustains them as faithful and responsible members of the church and the wider community. 

 

In civil law, marriage is a contract that recognizes the rights and obligations of the married couple in society. In the Reformed tradition, marriage is also a covenant in which God has an active part, and which the community of faith publicly witnesses and acknowledges.”

 

see this link: http://www.nytimes.com/2015/03/18/us/presbyterians-give-final-approval-for-same-sex-marriage.html?_r=0

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